lunes, 20 de abril de 2009

Amanecer


La última mañana que despertamos juntos,

no fue la última.

Nos despedimos de una manera tan automática y tan calculada,

que ni hizo falta que calculáramos nada,

pero las despedidas son así,

ni buenas ni malas,

solamente despedidas.

Aún las que terminan siendo para no siempre.



Villa Devoto, Buenos Aires.

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